lunes, 5 de marzo de 2007

SOBRE EL PROCESO DE CREACIÓN

En la vida pasan cosas increíbles, si traducimos este término por algo que sucede sin explicación posible, tanto que pudiéramos llamarlas "destinos planeados para fines indescifrables". ¿Quizá son el producto de nuestra propia esperanza, la fuerza de nuestra decisión impostergable de darle un giro a las "verdades institucionales" para que se conviertan en "verdades verdaderas"?
Hace pocos días, en mi trabajo de conducir el desarrollo lógico de las tesis de grado en cierta institución, me encontré, más bien me tropecé, con lo que llaman una decepción, un desinflarse del globo que uno mismo ha llenado de aire; porque hacer lo que hago de la forma más perfecta posible es mi gran meta y, en este caso como maestra, lograrlo al empapar del mismo propósito a mis alumnos que empezarán su vida independiente, quienes, a la vez, y por causa de sus diversos saberes que no tengo, se convierten en mis maestros.
El hecho es que cuando se evaluó el trabajo de grado de uno de esos alumnos, alguien a quien considero poseedor de una curiosidad de esas que llevan a la genialidad, de los que se dejan fluir como seres integrales, de los "buscadores de tesoros en las oscuras galerías de la razón"(perdón por citarme a mí misma), me topé con que los parámetros del jurado eran:
- ¿Qué aprendió aquí? (Ellos sabrán qué le enseñaron)
- ¿Cuál fue el proceso de creación? (¡Qué pregunta! La creación es un hecho, un milagro. Lo que es un proceso es su registro en algo duradero, llámese partitura, disco, etc.)
- ¿Cuál es el valor formal de lo creado? (¿Cuál es?, me pregunto)
- ¿Por qué hay dentro de la tesis un análisis estilístico de las líricas, aportado por la asesora metodológica? (En un arranque de pulcritud e integridad, él cometió el error de escribir al pie de página mi nombre.)

Lo más divertido de todo fue que la propuesta aprobada por la institución tenía como propósito lo siguiente: Probar que con recursos medianos es posible grabar un disco casero de buena calidad. Lo aprobaron, tal cual, y ahora tienen serias dudas acerca de si aceptan la tesis por no tratar una temática que se refiera a algo que no aprendió a hacer en la institución, dígase, registro y técnicas de sonido, mezclas, en fin, grabación en estudio. Entonces, ¿por qué aprobaron la propuesta? Aparte de que el hecho puede constituirse en un serio problema para la institución si no califican lo que aprobaron y no otra cosa, ya que el alumno no es tonto, ninguna de las preguntas que se formularon se aproximó al tema central, que no contemplaba la calidad de las canciones ni el "proceso" de creación ni el valor formal de lo creado. El disco se presentó con las características previstas, el objetivo se cumplió, la hipótesis se probó y colorín colorado...
Lo que pasó es que al alumno se le salió el MÚSICO, digamos mejor, el ARTISTA, y aprovechó la ocasión para poner en práctica lo que le enseñaron y para dejarse fluir como creador e intérprete. Y eso debía llenarlos de orgullo, tanto a la institución misma como a los profesores que hicieron de jurado, sin importar el género, el estilo, la voz, y demás consideraciones formales.

¿Qué les parece?

Y como es inútil contestarle a tan rígidos jueces las preguntas y explicarles lo inexplicable, el milagro fue el siguiente:
Dos días después de que esto ocurriera, cayó en mis manos un libro donde encontré muy bien dicho lo que pienso acerca del trabajo de creación; el "destino" me entregó Free Play, de Stephen Nachmanovitch. Está en castellano, en Ed. Planeta. Léanlo si pueden; ustedes, que viven el trance del arte como algo humano y natural, en él van a encontrar lo que necesitan para que ese Arte se convierta en una prolongación de su "yo verdadero", que es lo que hace a los GRANDES.

A la primera pregunta de tan académico jurado, el jovencito hubiera podido contestar - si su timidez y sencillez se lo hubieran permitido -: Aquí aprendí las bases que me permitieron crear 4 canciones para grabarlas, todas de mi autoría (música y líricas), y poder tocar seis instrumentos diferentes: Ud, clarinete de bambú, guitarras eléctrica y acústica, piano, percusión menor (tambor de yo no sé qué) y flauta. Aprendí a crear una melodía sobre círculos armónicos, a improvisar sobre ellos y, sobre todo, aprendí a no dejar que el academicismo aplastara y masacrara mi capacidad creadora.

En el libro que les cito hay ejemplos como este:
"Uno de los discípulos de Bach le preguntó: Padre, ¿cómo se te ocurren tantas melodías? A lo que Bach respondió: Querido muchacho, lo que más me cuesta es no pisarlas cuando me levanto en la mañana."
Porque las fuentes internas de la creación espontánea son las fuentes del arte. El arte es el uso pleno de la imaginación humana; y nos dice este libro que "debemos liberarnos finalmente para hablar o cantar, escribir o pintar con nuestra voz auténtica, pues todo arte es, ante todo, improvisación."

Pero a mi alumno le pasó lo mismo que a Benedetti: cuando creía tener todas las respuestas le cambiaron todas las preguntas.

Schöenberg decía que "componer es una improvisación lentificada".
Leonardo da Vinci fue uno de los más grandes improvisadores en viola da braccio, y junto con sus amigos puso en escena óperas cuya música y letra se inventaban en el momento.
En la música barroca, el arte de tocar instrumentos de teclado a partir de un "bajo figurado" (un bosquejo armónico que el ejecutante completa según su fantasía del momento) se parece al del músico de jazz que toca sobre temas, motifs, o cambios de cuerda.
Beethoven, cuando llegó por primera vez a Viena (según Karl Czcherny, en su libro "Beethoven: impresiones de sus contemporáneos"), adquirió fama como asombroso improvisador y más tarde como compositor.

Como no me puedo extender para no llenar el blog con mis divagaciones y las ajenas, esperen una próxima entrega, sólo si les parece interesante.
Lo único que confirmo es que una decepción casi presentida no me quita el entusiasmo, porque esa sí es la peor de las derrotas.
Mi compromiso es con quienes sacan provecho de mi, de lo que puedo y siempre quiero darles; y esos son mis alumnos, mi hija y mi nieta, mis hermanos, mis amados sobrinos; bernales, becerras, reyes, rodríguez, jiménez y todos los demás que quieran adherirse a este profundo amor que siento en mi corazón y que es tan inmensa riqueza, tal millonariedad que me alcanza hasta para derrocharlo. También hacen parte de esa emoción indescriptible quienes todavía no la han podido comprender por tener otros parámetros en lo que respecta al amor universal, que quizá tiene una manera de expresarse un tanto desconocida para ellos; pero ahí les guardo su pedacito para cuando lo quieran.

Un beso para todos desde esta soleada Bogotá de día, que anoche tuvo su fantástico eclipse de luna.

Leonor (¡Qué tía!)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Si esperamos una segunda parte.... y no pierdas el entusiasmo, has sido y seguiras siendo una fuente de inspiración y de amor para todos los que hemos crecido a tu lado....

Unknown dijo...

Claro que espero ansiosa la segunda parte.... me muero de ganas y no dejo de imaginarme quienes seran esos "JURADITOS" que ni estan enterados de que fueron capaces de enseñar o mejor trascender en sus alumnos.....

Ante ti mi leo..... me quito el sombrero...
Te quiero.