lunes, 30 de julio de 2007

TROZOS DE LITERATURA


… Un individuo absolutamente convencional: marido, padre, próspero hombre de negocios, una persona que no puede quejarse de nada. Un día sale a comer y cuando va andando por la calle una viga se desploma desde el décimo piso de un edificio en construcción y casi aterriza en su cabeza. Unos centímetro más y Flitcraft habría muerto aplastado, pero la viga le pasa rozando, y salvo por una esquirla que salta de la acera y le da en la cara, resulta ileso. De todos modos, el hecho de haber estado a un paso de la muerte lo perturba, y no puede sacarse el incidente de la cabeza…. “Se sintió como si le hubiesen quitado la tapadera que cubre la vida, permitiéndole ver su mecanismo.” Flitcraft can en la cuenta de que el mundo no es un sitio tan racional y ordenado como él creía, de que ha estado equivocado desde el principio y jamás ha entendido una palabra de lo que ocurría en él. Es el azar quien gobierna el mundo. Lo aleatorio nos acecha todos los días de nuestra vida; una vida de la que se nos puede privar en cualquier momento sin razón aparente. Cuando termina de comer, Flitcraft concluye que no tiene más remedio que someterse a esa fuerza aniquiladora, que debe destruir su vida mediante algún gesto sin sentido, totalmente arbitrario de negación de sí mismo. Pagará con la misma moneda por decirlo así , y sin molestarse en volver a casa o despedirse de su familia, sin tomarse siquiera el trabajo de sacar dinero del banco, se levanta de la mesa, se dirige a otra ciudad y empieza una nueva vida….. El azar de una viga caída podía poner fin a su vida: él cambiaría su vida mediante el azar de una simple huída....


Paul Auster, La noche del Oráculo

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